domingo, 10 de junio de 2007

El mundo baila con Strauss

Leo Strauss, un filósofo de origen alemán fallecido en 1973, es el inspirador del ala dura de la administración Bush y de los neoconservadores norteamericanos. Cómo sus ideas están cambiando a los Estados Unidos y al mundo

Leo Strauss llegó a los Estados Unidos en 1938 huyendo de la persecución Nazi, aunque su verdadero grado de antagonismo hacia el régimen nacionalsocialista nunca estuvo muy claro. Sus primeros años de exilio le sirvieron para tomar conciencia de la realidad norteamericana y fueron de crucial importancia en el desarrollo de su pensamiento posterior. En 1948 se convierte en profesor por la Universidad de Chicago, puesto que ocuparía hasta 1968. Durante ese periodo, su actividad académica se caracterizaría por un grado de secretismo y heterodoxia notables. Raramente dejaba textos escritos. Sus clases consistían en debates a puerta cerrada con sus estudiantes (se calcula que dirigió unas cien tesis doctorales

¿Por qué? El Straussianismo se fundamenta en la idea de que la democracia liberal, con su énfasis en las libertades individuales, ha conducido a las sociedades occidentales a la decadencia y el desastre. Para Strauss había llegado el momento de que una elite se alzase para superar la debilidad y la falta de cohesión social causadas por el relativismo inducido por la filosofía post-socrática. La principal herramienta de esta nueva élite sería una mitología artificial, construida alrededor de la noción de que Estados Unidos goza de un destino único en lo universal y asentada en el control de las masas ignorantes a través del engaño, el fervor religioso y la guerra perpetua. Esta mitología o “Texto Straussiano,” habría de tomar la forma de un cuerpo de pensamiento filosófico, articulado deliberadamente en dos niveles: un significado “exotérico,” accesible al lector medio, y otro “esotérico,” el verdadero, dirigido a sus reales destinatarios, la jerarquía social. Para Strauss, el renacimiento de las sociedades modernas debía ser protagonizado por una casta de políticos aptos, dispuestos a difundir con convicción estos mitos destinados a otorgar propósito y significado a las vidas de la gente corriente. Al hacerlo, habrán de apoyarse en valores morales o religiosos absolutos, distinciones maniqueas, que arranquen a la sociedad de las garras del relativismo. Pero no es necesario que un buen político crea en ellos, ni siquiera que sea religioso. Basta con parecerlo.

Más aterradoras aun que sus ideas, las conexiones del Straussianismo con las altas esferas del poder causan pesadillas por si solas. Sus dos más inmediatos discípulos, Allan Bloom, autor del betseller “The Closing of the American Mind,” y el izquierdista renegado Irving Kristol (a quien le encantaba Rambo) se convirtieron en los auténticos padrinos del movimiento neoconservador. Entre sus seguidores se encuentran Gary Schmitt, director del influyente think-tank Project for the New American Century (PNAC); Richard Perle, director del American Enterprise Institute (AEI) y quien fuera miembro de la administración Bush hasta que dimitió por haberse enriquecido con concesiones gubernamentales en Irak; el ex-Fiscal General del Estado John Ashcroft; el consejero de la Casa Blanca en asuntos de bio-ética y heraldo del “Fin de la Historia”, Francis Fukuyama; y, finalmente, el ex-Secretario de Defensa y actual gobernador del Banco Mundial, Paul Wolfowitz.
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video:

http://www.youtube.com/watch?v=3l0ceOoxujk

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por dios que basico, errado y mal fundamentado el comentario sobre leo strauss....!! que verguenza niño!!