Sensatamente, creo que nos llamamos a engaño, aunque por el momento no nos quede otra posibilidad que hacer lo que estamos haciendo: difundir la verdad cruda, descarnada, atroz, que se oculta tras el matrix en el que vivimos. Reflexionemos. Desde que la Voluntad de Poder echó a rodar en la Historia del ser humano, en el planeta Tierra se viene desarrollando una partida de ajedrez con truco, en la que se enfrentan dos bandos por completo disímiles. Uno de los bandos es notablemente superior cuantitativamente. El otro bando, en cambio, es notablemente superior cualitativamente. Para hacerlo más gráfico, se podría decir que la partida de ajedrez pone en liza a un ejército de pulgas, formado por miles de millones de pulgas, y a una familia de besugos (de, digamos, siete besugos). Pues bien, en esa pugna ancestral sobre ese tablero de ajedrez trucado, una y otra vez, los siete egregios besugos han logrado mantener a raya al abrumador ejército de pulgas.
El observador de tal partida, se pregunta, ¿se puede saber qué demonios tienen esos besugos que no tengan las pobres pulgas? Bien, algo han de tener, sin duda, y algo muy importante, de lo contrario no ganarían una y otra vez a las pulgas, por más partidas que echen. Es entonces cuando el observador comprende que el tablero de ajedrez está trucado. “Amigo, aquí hay truco”, se dice. Y concluye que ese truco no es otra cosa que el Factor Diferencial. El Factor diferencial es el truco que permite a los siete besugos mantener bajo control al ejército de pulgas en el tablero de la vida, una generación tras otras, desde que el ser humano empezó a organizarse, empujado por la Voluntad de Poder, hasta nuestros días. “Sí, ciertamente la raíz de ese truco, de ese Factor Diferencial, anida en la Voluntad de Poder. Porque realmente las pulgas no pretenden en ningún momento dominar a sus semejantes, y mucho menos a los besugos, y en cambio para éstos la Voluntad de Poder es el aire que respiran”, filosofa el observador.
Ajá. Ya vamos cuadrando la secuencia. Voluntad de Poder = División en dos bandos (pulgas y besugos) = partida de ajedrez con truco (Factor Diferencial). En este punto el observador comprende que la aparente injusticia de tal partida de ajedrez está condenada a perpetuarse eternamente, por la propia naturaleza de besugos y pulgas, ya que el truco en el que siempre desemboca la partida de ajedrez, es decir, el Factor Diferencial, está condicionado (como una fuerza gravitatoria) por la Voluntad de Poder, que los besugos llevan en la sangre, y sin embargo las pulgas desconocen por completo. Bien, el observador suspira y analiza la consecuencia de esa Voluntad de Poder, es decir, el Factor Diferencial, el truco de la partida de ajedrez que siempre ganan unos y siempre pierden los otros.
“¿Qué es el Factor Diferencial?”, les pregunta, a unos y a otros. “¡La información!”, se apresuran a contestar a voz en cuello algunas pulgas desperdigadas, mientras la inmensa masa de pulgas permanece en silencio. Y esas aisladas pulgas gritonas añaden: “¡Porque si todas las pulgas conociésemos el truco de los besugos, no seguiríamos cayendo en la trampa, y por fin conseguiríamos ganar la partida!” Entonces el observador se hunde en la mayor de las perplejidades, porque acaba de comprender que el truco de la partida de ajedrez, no es otro que el Factor Diferencia, surgido del corazón de la Voluntad de Poder. Y ese Factor Diferencial es la síntesis del bien material que permite vivir tanto a besugos como a pulgas. El dinero. “¿Acaso no habéis sabido siempre que el dinero es suyo, porque lo inventaron ellos?”, pregunta el observador a las pulgas. Pero las cuatro pulgas gritonas empiezan a porfiar entre ellas, sus voces se confunden, y el observador se queda sin respuesta, mientras la eterna partida injusta de ajedrez prosigue por los siglos de los siglos…
Bueno, entremos en detalles. Los atentados del 11S y el 11M representan, para nosotros, las víctimas, las pulgas, la Frontera. ¿La frontera de qué? La Frontera de lo admisible para el pensamiento Occidental, civilizado. La Frontera de la tolerancia emocional. Mediante esos atentados, la elite, los cuatro gatos que nos gobiernan desde que la raza humana empezó a organizar su existencia, los besugos, como les llamo yo, los ricos, los poderosos, se dejaron de posturas melifluas y pasaron a la acción, a una acción radical, jugando duro. Las mentes pensantes de esa elite, algunos de cuyos miembros conocemos (Rockefeller, Rothschild & Co), consideraron, por estrategias geopolíticas y financieras, que para garantizar su política de dominación de la masa -léase nosotros: la fuerza de trabajo que les proporciona su riqueza, una parte de la cual emplean retroactivamente para sobornar las escasas disidencias que puedan inquietarles-, debían detonar el mundo occidental con sendos autoatentados, dos agresiones camufladas en bandera falsa, cuyos enclaves escogieron por su significación histórica y por su importancia geopolítica: USA y España.
Pero a buen seguro antes de meterse en ese berenjenal, calcularon pormenorizadamente las consecuencias que conllevarían tamañas acciones, diseñando un "balance de riesgo". Porque ellos trabajan así. PLANIFICANDO ESTRATEGIAS INVASIVAS. Esta partida de ajedrez es suya. Seguramente los besugos han calculado el devenir de la Humanidad durante los próximos cien años (siempre bajo el imperio de su venalidad, por descontado). Medios para hacerlo no les faltan, y mucho menos la Voluntad de Poder que se requiere: una ambición que para nosotros resulta patológica, monstruosa, pero en ellos es connatural y constituye el primer rasgo del Factor Diferencial. Pues bien, los besugos planearon los autoatentados, luego sus mejores perros de presa los perpetraron, y desde entonces ellos, sentados en sus confortables atalayas de poder, se han dedicado a contemplar cómo el mundo de las pulgas es absolutamente incapaz de asumir lo sucedido, por mucho que gritemos los cuatro gatos que ya hemos digerido la verdad.
Bien, sigamos adelante. Podría decirse que el 5 % de la población, en USA y España, está más o menos enterada de que la versión de la realidad facilitada por los voceros de los besugos es mentira. No problem. Imaginemos que ese porcentaje sigue aumentando, que incluso sube como la espuma, y que llega un momento en que… ¡El 100 % de la población dispone de la información de la que disponemos nosotros! Es decir de pruebas suficientes para desenmascarar el engaño, pero que nunca serán irrefutables, porque los besugos se encargaron en su momento de eliminar esas pruebas que sí serían irrefutables. Vayamos incluso más allá. Imaginemos que toda la población tiene la capacidad de realizar la catarsis psicológica que implica tomar conciencia de la perversa conducta (de la maldad intrínseca) del enemigo, que además no actúa abiertamente, como las pulgas, sino que enmascara sus propósitos en gratuitos baños de sangre. Entonces la mente occidental, civilizada, de pulga bien enseñada, se encontraría con el siguiente dilema: ¿Asumo la verdad que sugiere la avalancha de incongruencias de la versión oficial, o miro hacia otra parte y hago como si no hubiese pasado nada, es decir, sigo con mi confortable vida de pulga que me exime de responsabilidad, ya que al no poseer Voluntad de Poder no tengo que pergeñar autoatentados que justifiquen guerras e invasiones financieras?
Planteaos todos vosotros, las personas comprometidas, con conciencia, esta misma pregunta. ¿Creéis acaso que un porcentaje significativo de la población, en ese milagroso caso de súper información global, tomaría cartas en el asunto para tratar de cambiar las tornas? ¿Cómo? ¿Con qué Voluntad de Poder? ¿Puede la masa de pulgas transformarse en besugo de la noche a la mañana para luchar en igualdad de condiciones en el tablero de ajedrez de la vida? Bueno, puestos a ser inverosímiles, sigamos tirando de los pelos a la realidad. Supongamos que por obra y gracia de un avatar científico el ejército de pulgas sufriese una súbita mutación genética que les igualase físicamente a sus contrincantes en la partida de ajedrez. Pero… ¿también se obraría el milagro de mutar genéticamente el origen del Factor Diferencial, es decir, la Voluntad de Poder? ¿Poseerían los besugos clonados la Voluntad de Poder de los besugos originales?
No, amigos. Demasiado surrealista todo. El tablero de ajedrez de la vida humana nunca dejará de tener truco. Es de sentido común. Porque siempre habrá besugos, es decir, seres humanos con Voluntad de Poder. Y siempre habrá pulgas, es decir, personas que se conformarán con su propia felicidad, en el mejor de los casos. Y en cuanto a las demás pulgas, ¿qué otra cosa les queda sino morder la mano que no es la del amo que les da de comer?
En fin. Por lo menos nos queda el consuelo de saber que sus autoatentados nunca llegarán al exterminio total, puesto que nos necesitan como fuerza de trabajo para ser inmensamente ricos…