Concluimos aquí el análisis de las posturas de SAR sobre Siria y, de paso, ofrecemos las nuestras. No nos ha guiado ningún afán polemista sino la preocupación por la verdad y, sobre todo, por el sufrimiento de los habitantes de ese país, contra el cual el Imperio Genocida lleva más de un año fijando sus ojos para destrozarlo igual que hizo antes con Afganistán, Irak, Libia y pretende también hacer con Irán. Conscientes de que nadie puede dogmatizar sobre lo que ocurre allí, hemos tratado de señalar las lagunas (más bien, océanos) y falsedades de buena parte de la versión dominante, la cual Santiago Alba comparte en gran medida.
Como fondo, al igual que en los demás textos de este blog, siempre ha estado nuestra entrega a la causa de la paz. Estamos convencidos de que la mayoría del pueblo sirio, si bien rechaza la opresión, detesta aún más la guerra (de origen interno –“civil”– o externo), que es siempre un compendio de toda la barbarie humana. Por ello rechazamos radicalmente la cosmovisión de SAR, para quien pareciera que es más importante una (improbable, por no decir inverosímil) victoria “revolucionaria” que las vidas de los millones de personas que forman la nación siria. Frente a la propaganda bélica del signo que sea, oponemos la cultura de la paz. Decir no a la locura de la guerra es parte destacada de nuestros objetivos.
Demonización al gusto del Sistema
Un rasgo primordial de todas las campañas bélicas del Imperio, particularmente desde el 11-S, es la demonización del representante del bando supuestamente enemigo. Bin Laden, los talibanes, Sadam, Gadafi, Merah..., todos ellos fueron degradados a niveles de suprema abyección, gracias al monocorde griterío mediático, antes de ser convenientemente machacados y/o eliminados (de forma real o supuesta). La moraleja es clara y terrorífica: ser declarado un demonio es el paso previo a ser exterminado. Desde luego, Ahmadineyad y Jamenei (líderes iraníes), Asad (sirio) y Kony (el ugandés que protagoniza –antagoniza– el último show imperial-hollywoodino) no deben de sentirse muy cómodos ante semejante ley de hierro, siendo como son ya demonios oficiales.
Supongamos, incluso admitamos, que ninguno de esos tipos es un bendito. Aun así, cabe preguntarse si la imagen que se ha creado de ellos no resulta desmesurada hasta lo grotesco. Recordemos que a Osama se le atribuyó el 11-S sin mostrar jamás una sola prueba, a Sadam armas de destrucción masiva (inexistentes) y vínculos con Al Qaeda (tan falsos como absurdos), a Gadafi bombardeos aéreos contra manifestantes (jamás probados e incluso desmentidos), al régimen iraní se le imputa un programa nuclear bélico (contra los informes de las propias agencias de seguridad estadounidenses)...
Demasiados precedentes. Quizá ya deberíamos estar prevenidos. Traigamos un ejemplo doméstico para fijar aún mejor las ideas: la hoy agonizante ETA sin duda lleva décadas acreditando ser una banda terrorista. Llena de tipos objetivamente perversos. Blanco, y con razón, de las iras ciudadanas. Aun así, ¿es lícito cargarle con lo que no ha hecho, o al menos nadie ha probado que hiciera? Algunos aquí se pasaron años intentándolo con el 11-M, pese a lo inverosímil de la acusación y a la absoluta falta de pruebas.
Ser un terrorista implica ser muy malo, sí. Pero no implica ser el responsable de todos los atentados a su alcance.
Un dictador es también alguien muy malo. Ahora bien, eso tampoco implica –y la experiencia lo demuestra– que sea culpable de todo lo que se le acusa.
Un dictador es también alguien muy malo. Ahora bien, eso tampoco implica –y la experiencia lo demuestra– que sea culpable de todo lo que se le acusa.
Pero en eso consiste la demonización. Una vez aplicada con éxito, el “demonio” de turno tiene que cargar con todos los “mochuelos”, reales o simplemente atribuidos. De alguien taaaannnn malo, todo lo que se diga es poco. Qué fácilmente olvidamos que es, a fin de cuentas, una persona y, como tal, titular de unos derechos inalienables. Incluso llega a ser (cuasi)tabú atreverse a cuestionar que sea responsable de todos los crímenes que se le imputan. “¿Estás negando que es un dictador?”, te espetarán enseguida los demonizadores de tres al cuarto (para regodeo de los verdaderos demonios, humanos y no humanos, que han gestado todo el juego).
continua: http://tinyurl.com/6rxyy9u
1 comentario:
Copio y pego:
"Demasiados precedentes. Quizá ya deberíamos estar prevenidos. Traigamos un ejemplo doméstico para fijar aún mejor las ideas: la hoy agonizante ETA sin duda lleva décadas acreditando ser una banda terrorista. Llena de tipos objetivamente perversos. Blanco, y con razón, de las iras ciudadanas. Aun así, ¿es lícito cargarle con lo que no ha hecho, o al menos nadie ha probado que hiciera? Algunos aquí se pasaron años intentándolo con el 11-M, pese a lo inverosímil de la acusación y a la absoluta falta de pruebas."
Añado yo... para eso se encargan de marear la perdir con mentiras, verdades a medias, y repetir la mierda mil veces para que algo quede.
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