por Adrian Salbuchi
Cada vez que algún país entra en una “crisis de deuda soberana” –sea Grecia, España, Irlanda, Argentina, México, Portugal o Italia– todos quedan aturdidos por los gritos de “¡Default!”, “¡Mega-canje de Bonos!”, “¡Aumento del Riesgo País!”, “¡Austeridad y más austeridad!”, “¡Rescate bancario!”, “¡Recortes en salud, educación, seguridad y pensiones!”, “¡Colapso monetario!...”, “¡Se cae el cielo! ¡¡Se cae el cielo!!”.
Al menos ese es el griterío de los políticos y los multimedios, pero… ¿qué se esconde realmente detrás de estas crisis recurrentes?
Empecemos diciendo que cuando estallan las consabidas “crisis de deuda pública”, rara vez se trata de alguna lamentable “seguidilla de errores”; estallan porque ese es el efecto buscado.
¿Cómo? Efectivamente: se trata de un complejo Sistema de Deuda que puede describirse como 'El Modelo Shylock', aludiendo a la gran obra de William Shakespeare El Mercader de Venecia, uno de cuyos principales personajes es el despreciable usurero Shylock.
Creado por Shakespeare hace más de cuatro siglos, Shylock es el prototipo del banquero de todas las épocas. Shylock empieza haciéndole un préstamo de 3.000 ducados –cifra nada despreciable en la Venecia del siglo XVI– a Antonio, un honesto y laborioso mercader, exigiéndole que firme un contrato garantizando ese préstamo con “una libra de su propia carne” si no cumple en devolverlo en tiempo y forma.
Veamos como 'El Modelo Shylock' explica cómo funciona el complejo y secuencial Sistema de Deuda que permite a los Poderosos del Dinero lograr objetivos muy determinados. Al igual que un mapa de ruta, este Modelo puede guiarnos desde el punto “A” hasta el punto “B”, sin que nos perdamos en el camino, ya que una vez que comprendemos cómo funciona el Modelo –cuál es su lógica interna– entonces podremos comprender cómo funciona todo el sistema que representa, tornándolo predecible.
Una comedia de errores
Las “crisis de deuda pública” no son resultado de la mala suerte, los errores de juicio o la casualidad. A lo largo de cuatro décadas, hemos visto como esta historieta se repite una y otra vez, con mínimas variantes, en país tras país.
Todo comienza cuando un país “imprevisoramente” toma préstamos “demasiado grandes” ofrecidos por los mega-banqueros privados, solo para “darse cuenta” al poco tiempo que no puede pagar esa deuda. Simétricamente, un elenco estable de 20 o 30 megabancos globales –Goldman Sachs, CitiCorp, JPMorganChase, HSBC, BBVA, Santander, Deutsche Bank, Credit Suisse, UBS y otros– “imprevisoramente” prestan enormes fondos a país tras país, sólo para “darse cuenta” al poco tiempo que no pueden cobrar sus deudas.
Una grotesca comedia de errores en la que una de dos: o los Gobiernos y los banqueros son todos muy, muy estúpidos –cosa altamente improbable- o…. ¡o discretamente se guiñan el ojo entre ellos preparándose para cortar “libra tras libra de carne”!
¿Podría alguien por favor lavar nuestras sábanas sucias…?
Los banqueros y los políticos son extraños compañeros de alcoba, pero invariablemente sus “comedias de errores” terminan por ensuciar las sábanas en todos los países del mundo. Y cuando eso ocurre, los banqueros saben muy bien que no pueden ir personalmente a patear las puertas de los palacios presidenciales, los ministerios de economía o los congresos y parlamentos al grito de: “¡Páguenos o verán lo que les pasa!”.
No; la farsa de la “democracia” y la “soberanía” deben mantenerse. Es entonces cuando “agencias públicas y multilaterales” controladas por los propios mega-bancos globales a través de complejos mecanismos de administración del poder entran en escena: el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, el Banco Central Europeo, la Reserva Federal, el Departamento del Tesoro de EE.UU. y otras naciones… ¡¡
Ellos son quienes tienen el rol de patear las puertas de los presidentes, ministros y legisladores!!
Y tienen la excusa perfecta para hacerlo pues Argentina y Brasil
son voluntariamente miembros del FMI y el Banco Mundial; Grecia, Italia y España
son voluntariamente miembros del Banco Central Europeo y deben obedecer sus órdenes.
Un caso extremo es el de la Argentina, cuyos sucesivos Gobiernos “democráticos” han aceptado todos hasta hoy
jamás investigar los orígenes fraudulentos e ilegales de su deuda externa, que se remontan al régimen cívico-militar que usurpó el poder por la fuerza entre 1976 y 1983.
Bajo el Modelo Shylock, los políticos de turno cumplen a rajatabla una consigna básica en país tras país: pagar, pagar y pagar… pues para eso los Dueños del Poder Global les financiaron sus carreras políticas y campañas electorales.
¡Doctor, tengo fiebre!
Los analistas de mercado y las agencias calificadoras de riesgo son los brujos financieros modernos que dicen por qué los mercados bursátiles suben y bajan como la fiebre de un enfermo; por qué las monedas nacionales se revalúan y devalúan como si estuvieran en una montaña rusa; y por qué los bonos de deuda soberana ven evaporar su valor como si estuvieran en algún turbio casino. Todo al ritmo impuesto por los flautistas de Hamelin atrincherados en las oficinas de S&P, Fitch y Moody's, y del Financial Times y Wall Street Journal.
Naturalmente, estos “oráculos” que dictan cuáles instrumentos financieros son “buenos” y cuáles “malos”, están todos en la nómina salarial de los megabancos.
Todo lo que este ejército de cretinos dice es considerado “verdad revelada”. No importa que calificaran a empresas fraudulentas como AIG, Lehman, Enron, WorldCom, Global Crossing como “AA” -incluso “AAA”- hasta vísperas de sus colapsos catastróficos.
Hoy, perfectamente sincronizados, le bajan la calificación crediticia a Grecia y Argentina, Italia y España, Irlanda e Islandia, así se ven obligados a pagar jugosas tasas usurarias… ¡precisamente a los mega-banqueros!
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