Algunos críticos se quejan de que la prensa es sensacionalista e intrusiva. De hecho, el modus operandi básico de la prensa es más evasivo que intrusivo. Más común al bombo publicitario sensacionalista es la astuta acción evasiva. Las verdaderas historias sensacionales (como las opuestas a las sensacionalistas) tienden a ser menospreciadas o evitadas completamente, incluso las de gran importancia. Oímos hablar de represión política en las naciones oficialmente designadas como villanas (rogue nations), pero a la información de las masacres y de los asesinatos de escuadrones de la muerte perpetrados por fuerzas al servicio de, y patrocinadas por los EE.UU. en países del Tercer Mundo, normalmente se les niega su difusión pública.
En 1965 el ejército indonesio – asesorado, equipado, entrenado y financiado por los EE.UU. y la CIA – derrocó al presidente Achmed Sukarno y erradicó al Partido Comunista Indonesio y a sus varios aliados, matando a medio millón de personas (algunas estimaciones hablan de más de un millón) en lo que fue el mayor acto de asesinato político masivo desde el Holocausto. Los generales también destruyeron cientos de clínicas, bibliotecas, escuelas, y centros comunitarios que fueron establecidos por los comunistas. Aquí había un suceso sensacional si es que alguna vez lo hubo, pero tardó más de tres meses para que se mencionara en la revista Time y otro mes más antes de que se informara de ello en el New York Times, junto con una editorial que alababa a los militares indonesios por “cumplir con la mayor cautela correctamente con su papel.”
En el transcurso de 40 años, la CIA se asoció con traficantes de droga en Italia, Francia, Córcega, Indochina, Afganistán, América Central y Sudamérica. Gran parte de esta actividad fue objeto de investigación exhaustiva por parte del congreso – por el Comité del Senado para la investigación de actividades relacionadas con actividades de inteligencia y por el Comité Pike en los años 70, y por el Comité del senador Kerry a finales de los 80. Pero parece ser que los principales medios de comunicación no oyeron nada acerca de este verdaderamente, sensacional suceso.
Texto del libro "Contrary Notions" (sigue Ataque y destrucción del objetivo)
En 1965 el ejército indonesio – asesorado, equipado, entrenado y financiado por los EE.UU. y la CIA – derrocó al presidente Achmed Sukarno y erradicó al Partido Comunista Indonesio y a sus varios aliados, matando a medio millón de personas (algunas estimaciones hablan de más de un millón) en lo que fue el mayor acto de asesinato político masivo desde el Holocausto. Los generales también destruyeron cientos de clínicas, bibliotecas, escuelas, y centros comunitarios que fueron establecidos por los comunistas. Aquí había un suceso sensacional si es que alguna vez lo hubo, pero tardó más de tres meses para que se mencionara en la revista Time y otro mes más antes de que se informara de ello en el New York Times, junto con una editorial que alababa a los militares indonesios por “cumplir con la mayor cautela correctamente con su papel.”
En el transcurso de 40 años, la CIA se asoció con traficantes de droga en Italia, Francia, Córcega, Indochina, Afganistán, América Central y Sudamérica. Gran parte de esta actividad fue objeto de investigación exhaustiva por parte del congreso – por el Comité del Senado para la investigación de actividades relacionadas con actividades de inteligencia y por el Comité Pike en los años 70, y por el Comité del senador Kerry a finales de los 80. Pero parece ser que los principales medios de comunicación no oyeron nada acerca de este verdaderamente, sensacional suceso.
Texto del libro "Contrary Notions" (sigue Ataque y destrucción del objetivo)