Calvo Sotelo asegura que España no fue informada, cuando entró en la OTAN, de la existencia de Gladio.Morán sostiene que no oyó hablar de la red clandestina mientras fue ministro de Exteriores
NOTA: Si usted es, o piensa que es, de Izquierdas, sería coherente que busque información sobre “
La Operación Gladio”. El descubrimiento de este asunto le provocará, naturalmente, hacerse preguntas muy incómodas, como por ejemplo, ¿Por qué los líderes de Izquierdas no aprovechan del esclarecimiento de este juego antidemocrático para el avance de la política de Izquierdas? Aparte de las dudas que provoca este descubrimiento de tal evasión, omisión y dejación de responsabilidad, por parte del liderazgo de Izquierdas, de informar y denunciar estos hechos, le rogamos que profundice más, por ejemplo: ¿Qué tienen en común el atentado en la estación de tren de Bolonia del 2 de Agosto de 1980 y el del 11 de Marzo 2004 en Madrid? Y, ¿Qué tienen en común la Guerra Fría entre Izquierda y Derecha, que reinaba en 1980 y la entre Cristianos y Musulmanes que inicia en el 2001?
M. G. / F. M., - Madrid / Bruselas - 21/11/1990
Leopoldo Calvo Sotelo, presidente del Gobierno español de febrero de 1981 a diciembre de 1982 y principal impulsor del ingreso de España en la OTAN, declaró ayer a EL PAÍS que, en las conversaciones que se celebraron en aquella época sobre las modalidades de la integración española, los representantes de la Alianza no informaron de la existencia de la red clandestina Gladio. La estructura paramilitar de la OTAN, descubierta por un juez italiano, venía funcionando desde los años cincuenta en, al menos, Italia, Francia, República Federal de Alemania (RFA), Bélgica, Holanda y el Reino Unido.
Calvo Sotelo asegura que, debido a la disolución anticipada de las Cortes, sólo se celebraron un par de reuniones con la OTAN desde que España ingresó en dicha organización, en mayo de 1982, hasta que su gobierno fue relevado por el del PSOE, a finales de ese mismo año. "No hubo una negociación en sentido estricto y, por tanto, tampoco hubo ocasión de hablar de ello, si es que había que hablar", argumenta.Sin embargo, la existencia de la red Gladio tampoco fue revelada al Gobierno español en los años posteriores a la sustitución de Calvo Sotelo, a juzgar por las declaraciones de Javier Rupérez, primer embajador de España ante la OTAN, cargo que ocupó desde junio de 1982 hasta febrero de 1983, y de Fernando Morán, primer ministro de Asuntos Exteriores del PSOE, que formó parte del Gabinete hasta julio de 1985.
"Nunca supe nada de ese tema", afirma Rupérez, actual responsable de la Comisión de Defensa del Partido Popular (PP), "no tenía la más remota idea al respecto hasta que lo he leído en los periódicos". Por su parte, Fernando Morán ha manifestado a este diario que "mientras fui ministro ni nunca he tenido la menor noticia, indicio o rumor de la existencia de Gladio o de algo parecido".
Tanto el presidente del Gobierno, Felipe González, como el ministro de Defensa, Narcís Serra, han negado públicamente que España contara con una sucursal de Gladio, pero no han aclarado si fueron informados por sus socios de la existencia de una red secreta de la OTAN. El titular de Defensa ha encargado al Cesid (Centro Superior de Información de la Defensa) una investigación en torno a posibles conexiones españolas de la estructura clandestina.
El ex presidente Calvo Sotelo, que en mayo de 1981 nombró al todavía director del Cesid, Emilio Alonso Manglano, sostiene que en las reuniones que mantuvo en aquella época con el jefe del servicio militar de inteligencia nunca le habló de este asunto, por lo que cree que no existió una conexión española de la red. "No tengo noticia de que existiera aquí nada parecido y, sin duda, la hubiera tenido si existiera", argumenta.
Calvo Sotelo sostiene que se ha enterado ahora, con sorpresa y a través de los medios de comunicación, de que en numerosos países de la OTAN funcionaba una organización secreta e ilegal destinada a actuar en caso de invasión por parte del Pacto de Varsovia, cuyo planteamiento considera "ridículo e incluso delictivo". "Si me hubiera llegado noticia de algo tan disparatado", afirma, "hubiera actuado".
Al inicio de la transición, según admite el ex presidente, existía inquietud en los países occidentales sobre el papel del Partido Comunista en la nueva España democrática, pero "el modesto resultado del PCE en las primeras elecciones y el más modesto de las siguientes tranquilizó a nuestros vecinos". Respecto a las conexiones que pudieran existir entre Gladio y el franquismo, prefiere no pronunciarse, por carecer de datos, aunque opina que la creación en España de una red de ese tipo era innecesaria, ya que "el propio régimen era Gladio".
En idénticos términos se ha expresado Alberto Oliart, ministro de Defensa con Calvo Sotelo. En su opinión, es "pueril" pensar que se creara una estructura clandestina en España durante los años cincuenta, cuando se puso en marcha en el resto de Europa, ya que "aquí Gladio era el Gobierno". Tras la muerte de Franco, en su opinión, este movimiento, producto de la guerra fría, "había pasado de moda". Oliart asegura que "nadie me habló nunca de gladios ni de gladiolos, ni oí hablar de una estructura referida a elementos de involución".
Testimonio de Moyen
La conexión española de Gladio fue denunciada por André Moyen, un ex agente del Servicio General de Información belga, de 76 años, con el que ayer se entrevistó en Bruselas el diputado de Izquierda Unida Antonio Romero. Moyen sostiene que su primer contacto con la sucursal española se produjo en octubre de 1948 y de forma indirecta, aunque supo que "una célula de la red operaba en Las Palmas".
El agente belga había sido enviado a Canarias para investigar un fraude de combustible que era transportado en barcos de su país que hacían la ruta Amberes-Congo. "El asunto servía", asegura, "para que altas autoridades españolas se llenaran los bolsillos y luego detectamos además un enorme tráfico de droga". El Gobierno español, alertado, le envió como ayudantes a "dos agentes del Buró Segundo Bis del Alto Estado Mayor" del Ejército. "Eran personas muy preparadas, me ayudaron mucho, hablamos de muchas cosas y pude darme cuenta que estaban al corriente de Gladio", recuerda.
Según Antonio Romero, el testimonio de Moyen confirma que "existió una red de Gladio en España durante el franquismo", con núcleos en Madrid, Barcelona, San Sebastián y Canarias, y que "actuó contra militantes comunistas y anarquistas, así como contra mineros asturianos y nacionalistas catalanes y vascos".
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