Hace exactamente 50 años se producía un episodio decisivo en la historia de la «democracia estadounidense»,
una lucha épica cuyo desenlace ha sido determinante para el futuro del
mundo entero. Laurent Guyenot nos recuerda lo que estuvo en juego en
aquel importante momento.
Aquel intento de contrarrestar la creciente interferencia de Israel
en la política estadounidense estaba, por supuesto, respaldado por el
presidente. Siendo aún no más que un joven periodista que cubría la
conferencia inaugural de la ONU, John F. Kennedy ya había visto con
desagrado la capacidad de Israel para la compra de políticos, incluyendo
al propio presidente. En efecto, el 15 de mayo de 1948, al reconocer el
Estado de Israel –sólo 10 minutos después de su proclamación oficial y
en contra de la opinión unánime de su propio gobierno– el presidente
Harry Truman no sólo se había ganado un lugar en la historia bíblica («El
histórico acto de reconocimiento de Truman quedará grabado para siempre
en letras de oro en los cuatro mil años de historia del pueblo judío» [3],
proclamó entonces el embajador israelí) sino que también se echó en el
bolsillo 2 millones de dólares para su campaña por la reelección. «Es por eso que nuestro reconocimiento de Israel fue tan rápido», confió Kennedy a su amigo el novelista y ensayista Gore Vidal [4].
En 1960, el propio John Kennedy recibió del lobby israelí una oferta de
ayuda financiera para su campaña presidencial. Así resumió [Kennedy] a
su amigo el periodista Charles Bartlett la proposición del mecenas
Abraham Feinberg: «Sabemos que su campaña enfrenta dificultades.
Estamos dispuestos a pagar sus cuentas si usted nos deja el control de
su política en el Medio Oriente.» Bartlett recuerda que Kennedy se prometió a sí mismo que «si llegaba a convertirse en presidente haría algo por cambiar aquello» [5].
En 1962 y 1963, Kennedy presentó 7 proyectos de ley para reformar el
financiamiento de las campañas electorales de los congresistas. Todos
fueron exitosamente combatidos por los mismos grupos de presión contra
los que estaban dirigidas.
Kennedy y el AIPAC
En mayo de 1963, le Comité de Relaciones Exteriores
del Senado de Estados Unidos abría una investigación sobre las
operaciones clandestinas de agentes extranjeros en territorio
estadounidense, investigación cuyos principales objetivos eran el American Zionist Council y la Jewish Agency for Israel [1].
La investigación estaba motivada por un informe redactado en marzo de
1961 (y desclasificado en 2010) del presidente de esa comisión
permanente, William Fulbright, que indicaba: «En los últimos años ha
habido un creciente número de incidentes que implicaban intentos de
gobiernos extranjeros, o de sus agentes, con vistas a influir en la
política exterior americana [estadounidense] a través de métodos que se
salen de los canales diplomáticos normales.» Al señalar que esos métodos incluían «actividades secretas en Estados Unidos y en otras partes», Fulbright apuntaba al «Caso Lavon» [2]
de 1953, en el que varios judíos egipcios entrenados en Israel
perpetraron contra objetivos británicos varios atentados con bombas que
debían atribuirse a la Hermandad Musulmana para desacreditar a Nasser
ante británicos y estadounidenses. La investigación del Senado sacó a la
luz una actividad de blanqueo de dinero a través de la cual la Jewish Agency (indisociable del Estado de Israel, del que incluso fue precursora) hacía llegar decenas de millones de dólares al American Zionist Council,
principal lobby israelí en Estados Unidos. Como resultado de aquella
investigación, el Departamento de Justicia, bajo las órdenes del Attorney General Robert Kennedy, exigió que –ya que estaba financiado por el Estado de Israel– el American Zionist Council se registrara como «agente extranjero» y quedara por lo tanto sometido a las obligaciones estipuladas en la Foreign Agents Registration Act de 1938, lo cual implicaba una estrecha vigilancia de sus actividades.
Todos los esfuerzos gubernamentales por limitar la corrupción que los
agentes de Israel estaban imponiendo en la democracia estadounidense se
vieron frenados de golpe por el asesinato de Kennedy y por la llegada
de Nicholas Katzenbach al Departamento de Justicia, en sustitución del
hermano de Kennedy. El American Zionist Council escapó a la inscripción como agente extranjero disolviéndose y cambiando su nombre por el de American Israel Public Affairs Committee (AIPAC). Diez años más tarde, el 15 de abril de 1973, Fullbright señalaba en la CBS: «Israel
controla el Senado americano. […] La gran mayoría del Senado americano
–alrededor del 80%– apoya por completo a Israel. Israel obtiene todo lo
que quiere» [6].
No hay comentarios:
Publicar un comentario