Chris Floyd FFF/ICH
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens |
I.
Lo que sigue es un guión enteramente hipotético. Supongamos que fuerais fervorosos militaristas imperiales que creyeran que la seguridad, el prestigio y los intereses financieros de vuestro país son mejor servidos por la guerra y por la omnipresente amenaza de guerra. Supongamos que tuvierais en marcha algunas operaciones verdaderamente excitantes y suculentas, interminables conflictos mortíferos que canalizan cientos de miles de millones de dólares a vuestra maquinaria bélica y que arraigan la política nacional aún más profundamente en la filosofía militarista – la ‘machtpolitik’ [política del poder en alemán, N. del T.] en la que creéis.
Pero existe un problema. El público en general – la manada intimidada que os rodea y no entiende de grandes estrategias tal como lo hacéis vosotros y vuestras elites – se preocupa y se pone nervioso por vuestra Larga Guerra. El tesoro nacional está en bancarrota, la infraestructura nacional se pudre, las comunidades de la nación se mueren; millones de personas carecen de empleo, pierden sus casas, pierden sus sueños, caen por una espiral descendiente hacia la necesidad, la privación y la desesperación. Pero tenéis grandes planes para escalar la guerra, expandir vuestra maquinaria bélica, y mantener la dominación global que creéis es el rol justo y natural de vuestra nación tan especial – y sus elites. ¿Qué hacer? ¿Cómo incitar a la manada truculenta, absorta en sus pensamientos, para que vuelva a apoyar con entusiasmo vuestra agenda vital?
Bueno, lo que sigue es un enfoque puramente hipotético que podríais probar. Azuzáis y provocáis a grupos extremistas violentos para que tomen represalias por vuestros ataques, invasiones e incursiones asesinas de civiles en sus territorios. Al no poder enfrentar directamente vuestra maquinaria bélica – la mayor, más avanzada, fuerza militar en la historia del mundo, sustentada por un tsunami de dineros públicos que cada año sobrepasa los gastos militares del resto del mundo – reaccionan naturalmente con operaciones “asimétricas”. Al principio, van dirigidas contra objetivos cercanos: vuestras líneas de aprovisionamiento, las fuerzas de vuestros testaferros y aliados locales, y otras depredaciones que llevan al caos en las regiones del grupo, con la intención de estropear vuestras líneas de control y de expulsaros. Con la misma naturalidad, aprovecháis esos ataques para justificar una presencia militar aún mayor en sus regiones. El ciclo progresa inevitable e inexorablemente hacia arriba y hacia afuera, hasta que finalmente los extremistas atacan vuestra tierra natal – sea con vuestra complicidad, con vuestra aquiescencia oculta o, en todo caso, con vuestro conocimiento previo de que es seguro que un ataque semejante tenga lugar. Es el momento que habéis esperado; es exactamente lo que queríais. Ahora podéis volver a fustigar a la manada hacia un frenesí marcial, continuar la Larga Guerra, y dejar de lado los deseos miserables, limitados, de una vida pacífica y próspera en casa, de la chusma preocupada de sus propios asuntos.
Continua:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=83374