Buenas noches, señoras y señores. Hoy concluye nuestra temporada. Éste es nuestro último programa hasta septiembre. El curso que concluye no es como los demás porque lo ocurrido tras la hecatombe financiera ha sido tan aplastante que marca un antes y un después. La naturalidad con que ha impuesto su ley en todo el mundo la doctrina que nos arrastra al abismo, ha descorrido el cortinón que ocultaba la gran verdad. Incluso los ojos que no querían ver y los oídos que no querían oír han debido darse por enterados. Somos súbditos de los mercados, el régimen en que vivimos es una dictadura; una dictadura disfrazada con los ropajes de la democracia. Nuestros orgullosos estados, nuestros representantes políticos, y la mayoría de los ciudadanos fingen no darse cuenta y manejan toda la gesticulación de la normalidad democrática pero ya nadie ignora que los caminos están trazados, que fuera de ellos no hay salvación, y que nuestra libertad sólo puede ejercitarse en el pequeño margen de elasticidad -un poquito mas a la derecha, un poquito mas a la izquierda- que se nos autoriza. No hay ningún tremendismo en esta afirmación. En los últimos meses hemos podido comprobar que se ha decretado un modelo obligatorio de gobernación, la socialdemocracia ha quedado prohibida de facto. Bueno, se le permite gobernar con tal de que no sea con sus propios puntos de vista. Estallada ya la evidencia, se trata de saber si se acepta sin reparos esta dictadura o si se desencadena una reflexión de fondo sobre la democracia y su futuro que no debe ocupar sólo a la izquierda, aunque para la izquierda se convierte en decisivo descubrir su sentido y su papel en esa realidad.
Artículos sobre los auto-atentados
del 11 de Septiembre del 2001 y
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domingo, 18 de julio de 2010
Comentario de Gabilondo. Dictadura de los mercados.
Buenas noches, señoras y señores. Hoy concluye nuestra temporada. Éste es nuestro último programa hasta septiembre. El curso que concluye no es como los demás porque lo ocurrido tras la hecatombe financiera ha sido tan aplastante que marca un antes y un después. La naturalidad con que ha impuesto su ley en todo el mundo la doctrina que nos arrastra al abismo, ha descorrido el cortinón que ocultaba la gran verdad. Incluso los ojos que no querían ver y los oídos que no querían oír han debido darse por enterados. Somos súbditos de los mercados, el régimen en que vivimos es una dictadura; una dictadura disfrazada con los ropajes de la democracia. Nuestros orgullosos estados, nuestros representantes políticos, y la mayoría de los ciudadanos fingen no darse cuenta y manejan toda la gesticulación de la normalidad democrática pero ya nadie ignora que los caminos están trazados, que fuera de ellos no hay salvación, y que nuestra libertad sólo puede ejercitarse en el pequeño margen de elasticidad -un poquito mas a la derecha, un poquito mas a la izquierda- que se nos autoriza. No hay ningún tremendismo en esta afirmación. En los últimos meses hemos podido comprobar que se ha decretado un modelo obligatorio de gobernación, la socialdemocracia ha quedado prohibida de facto. Bueno, se le permite gobernar con tal de que no sea con sus propios puntos de vista. Estallada ya la evidencia, se trata de saber si se acepta sin reparos esta dictadura o si se desencadena una reflexión de fondo sobre la democracia y su futuro que no debe ocupar sólo a la izquierda, aunque para la izquierda se convierte en decisivo descubrir su sentido y su papel en esa realidad.
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3 comentarios:
http://polonia210.blogspot.com/2010/07/las-puertas-giratorias-entre-capital-y.html
Completamente de acuerdo con el fondo y la forma de la reflexión.
Sólo volver a insistir en el desierto: ¿Qué pintan los partidos y fuerzas sociales que dicen querer la democracia legitimando -y perpetuando- con su participación un sistema evidentemente antidemocrático?
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