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Una breve nota en un periódico de tirada nacional, y una página perdida por Internet nos desvela que los próximos días del 3 al 6 de junio se celebrará la reunión anual del Club Bilderberg en Sitges, a pocos kilómetros de Barcelona. Poca relevancia para un acontecimiento que concentra a los políticos y empresarios más poderosos del planeta. Como es habitual en estas reuniones que se realizan anualmente desde 1954, se celebrará a puerta cerrada, bajo las más estrictas condiciones de seguridad y en el más absoluto de los secretos. Las conclusiones de lo tratado jamás serán reveladas por sus asistentes, entre los que se suelen encontrar afamados periodistas.Pero veamos como define la Enciclopedia Británica a este Club: «Conferencia anual de tres días a la que asisten un centenar de los más influyentes banqueros, economistas, políticos y funcionarios de estado de Europa y Norteamérica. Dicha conferencia, que se celebra cada año en un país occidental distinto, se mantiene en un ambiente de absoluto secreto. La conferencia proporciona un clima de privacidad e informalidad en el que aquellos que influyen en las políticas internacionales se sienten cómodos».
Empresarios multimillonarios, influyentes hombres de negocio, de la política, de la banca, del mundo militar y editorial, diseñan y establecen cuál ha de ser el «Nuevo Orden Mundial»" (NOM) que nos llevará a un único gobierno y una sola religión, mediante el liderazgo de la ONU a la que ya controlan. Y todo ello de espaldas al pueblo, que no tiene ningún espacio representativo. El ideólogo y promotor del Club fue el financiero judío Joseph Retinger, asistido por el príncipe Bernardo de Holanda, estrechamente relacionado con los altos cenáculos financieros y políticos de Europa. Desde el primer momento ha contado con el apoyo financiero de las bancas Rokefeller y Rothschild, siendo Henry Kissinger una figura destacada de la logística. La CIA se implicó desde el primer momento custodiando eficazmente el secreto de su existencia, así como sus objetivos internos y la seguridad de sus integrantes. Todos los presidentes modernos de Estados Unidos tuvieron mayor o menor relación con el Club.
Aunque las reuniones del Club son ultrasecretas, a través de sus 56 años de existencia han podido trascender muchos de los objetivos que se fijan en las reuniones anuales y las medidas a tomar que se revisan en la siguiente sesión. También se llega a conocer, a posteriori, los asistentes a cada reunión, entre los que se encuentran personajes muy influyentes de la vida española.
Pese a que el secreto protege ferozmente su funcionamiento interno, se sabe que la jerarquía de Bilderberg se estructura en tres círculos concéntricos. El círculo interno e inaccesible lo conforma el Comité de Sabios, integrado por cuatro «iniciados» y salvo David Rockfeller, se desconoce el nombre de los que lo forman. Ellos nombran a los componentes del círculo intermedio, el de mayor peso, llamado el Comité Directivo, constituido permanentemente por 15 miembros americanos y 24 europeos, que son los encargados de elaborar la exclusiva lista de asistentes basada en la agenda temática que hayan previsto tratar ese año. Cada uno de ellos elige un tandem formado por un político de alto rango y un empresario de la industria, o un banquero y un intelectual (profesor o periodista). Serán dos por nación, por lo que las reuniones tendrán una asistencia de un poco más de un centenar de personas con conocimientos e influencias en los ambientes nacionales e internacionales. Estos invitados eventuales y el resto de invitados permanentes, forman el círculo más externo que trabajan en metas que desconocen y que previamente ha fijado el Comité de Sabios. Tal es la categoría e influencia de los miembros activos que si se alcanza un acuerdo unánime, éste se materializará en política internacional o nacional en un futuro cercano.
El desarrollo de los acontecimientos ha demostrado que en las reuniones de Bilderberg es donde se articula el destino del mundo. Hay trazadas unas coordenadas sobre las que se define un plan y se asigna un papel específico a cada zona del planeta. Como manifestó uno de sus fundadores y mecenas, David Rockefeller, su fin es alcanzar «una soberanía supranacional de la elite intelectual y los bancos mundiales que seguramente es preferible a la autodeterminación nacional practicada en los siglos pasados».
continua: http://www.lavozdigital.es/cadiz/v/20100514/opinion/club-bilderberg-20100514.html
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